III Espartaqueada Nacional de Matemáticas: una contribución al progreso de la educación
El
terrible estado que sufre la educación en México no es nuevo. Basta recordar
los resultados de la última prueba PISA, donde quedaron evidenciadas las
debilidades del sistema educativo mexicano. De los poco más de 60 países a los
que se les hizo la evaluación, México ocupó el nada honroso lugar 53. Por sus
resultados, nuestro país es el miembro de la OCDE que peor rendimiento obtuvo
en la evaluación PISA. Dicha prueba indicó que el 55% de los estudiantes
mexicanos no alcanza el nivel de competencia básico en matemáticas; el 47% en
ciencias y el 41% en lectura. Asimismo, señaló que nos tomará mucho tiempo
alcanzar el nivel promedio que tienen los demás países de dicho organismo: 25
años en matemáticas y 65 en lectura.
Dicho panorama es el reflejo de la
política que ha seguido el gobierno en materia educativa. Pero no sólo eso sino
que retrata el país que tenemos. ¿Y qué país tenemos? Uno donde el 24.7% de los
jóvenes de entre 15 y 29 años no estudian ni trabajan; uno donde el gobierno
acepta la existencia de 53.3 millones de pobres –aunque estudiosos del tema
señalan que la cifra es mucho mayor-; uno donde se acepta que hay 11.5 millones
con hambre; un país que ocupa, según el Índice de Paz Global 2014, el segundo
lugar en violencia en América sólo detrás de Colombia; y una nación donde
conviven los contrastes: la opulencia de 16 mexicanos que están incluidos
dentro de la selecta lista de los 1,826 multimillonarios del mundo y la pobreza
ya descrita de millones de compatriotas.
Esto
no nos debe sorprender, ya que sería ilógico esperar tener un mal sistema
educativo y una situación social próspera. Se sabe que, en condiciones
normales, existe una relación entre el rendimiento de los sistemas educativos y
el crecimiento económico y el desarrollo; es ampliamente conocido que los
países con mayor avance tecnológico, con industrias altamente tecnificadas, con
mayor número de patentes y, por lo mismo, con elevados niveles de vida, son
aquellos donde la educación ha tenido un impulso decisivo; quizá los ejemplos más
recientes sean las naciones asiáticas: China, Corea del Sur, Singapur y Japón.
Pues bien, a pesar de la mencionada
problemática que impacta en la vida de los mexicanos (incluidos nuestros
numerosos jóvenes) y de que, como se reconoce universalmente, no existe
sociedad que pueda desarrollarse sin un auténtico cambio educativo, nuestra
educación en su conjunto sigue arrojando números rojos. Es evidente que el
gobierno en bloque tiene una porción muy alta de responsabilidad – la mayor
parte, como ya señalamos-, pero no son los únicos. La otra parte es imputable a
ciertos sectores minoritarios del magisterio que se han convertido en una mafia
que lucra con la educación; ahora mismo, los líderes de la CNTE en Michoacán se
oponen irracionalmente a la aplicación del Programa Escuelas de Tiempo Completo
(PETC) en tres primarias de la ciudad de Morelia.
Pero hasta en los momentos más
negros de la historia han aflorado tendencias esperanzadoras; la evolución de
México está llena de hechos heroicos que aparecieron justo en el momento más
crítico. Eso ha estado pasando en materia de promoción y difusión de las
matemáticas. Y es que, desde hace tres años, los jóvenes organizados en la
FNERRR (Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez”),
el magisterio progresista adherido a Antorcha Magisterial y el CEMEES (Centro
Mexicano de Estudios Económicos y Sociales) organizan una competencia nacional
de matemáticas a la que denominaron Espartaqueada
Nacional de Matemáticas. El 16 y 17 de mayo próximos, el municipio de
Tecomatlán, ubicado en la mixteca baja poblana, será sede de la etapa final de
la tercera edición de este certamen. Ahí, más de 500 participantes demostrarán
sus habilidades ante distinguidos catedráticos, como los profesores e
investigadores de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Elvio Accinelli
Gamba y Leobardo Plata Pérez, quienes serán el jurado calificador. Las
eliminatorias regionales y estatales convocaron a alrededor de 2500 estudiantes
y a 500 profesores de todos los rincones del país, un logro si tomamos en
cuenta que es un proyecto relativamente nuevo.
Seguro muchos lectores estarán
pensando que ya existen otros concursos de esta área organizados por
instituciones académicas de reconocido prestigio como la UNAM y el IPN; que no
es necesario realizar otro concurso ante la existencia de estos. El
razonamiento sería correcto si tan sólo se tratara de replicar esos concursos
en una sede diferente. Sin embargo, el objetivo de la Espartaqueada Nacional de Matemáticas es distinto y se inscribe
dentro de otra visión.
El propósito de este proyecto es
difundir una concepción nueva de las matemáticas entre los estudiantes, la
juventud y el magisterio; es decir, transformar la idea de que la matemática es
una disciplina apta solamente para cerebros superdotados, excepcionales, y más
bien insistir en que su conocimiento puede estar al alcance de cualquier
estudiante y persona promedio que esté dispuesta a esforzarse y disciplinar su
cerebro; y que, al contrario de lo que pensamos comúnmente, el estudio de las
matemáticas no necesariamente tiene que ser un tormento si también logramos que
los maestros pongan la parte que les toca y, sin perder el rigor, despierten en
el joven el gusto y la pasión por ellas. Si se logra este objetivo el concurso
pondrá su grano de arena en la transformación del país. Porque este cambio
tendrá sus repercusiones en la economía y, como no podía ser de otra manera,
tendrá sus repercusiones en el mejoramiento del nivel de vida de los mexicanos.
Los
organizadores saben que el camino es sinuoso y largo, porque los grandes
proyectos siempre encuentran obstáculos formidables que deben superar. Pero
también saben que tienen el respaldo de cientos de miles de mexicanos
progresistas y que, como reza la famosa frase del chino Lao Tse: “el viaje más
largo comienza con un paso”.